La humanización de la Asistencia Sanitaria

Cuando todos hablamos de la necesidad de humanización de la medicina por algo será. Efectivamente, la ruptura vocacional que ha supuesto el hecho de que la selección de estudiantes de medicina se realice exclusivamente en función de la nota media en el Bachillerato, puede ser una de las causas, al excluir a aquellos vocacionalmente capacitados. Este medio de selección genera tantas perversiones como el criterio de adjudicación de las compras públicas en sanidad basadas exclusivamente en el precio. En principio ha dejado fuera del ejercicio de la medicina a personas con vocación, hijos de médicos que recibieron de sus padres valores tales como la vocación de servicio a los enfermos, a la sociedad y, en definitiva, a la humanidad. A lo largo de mi vida he encontrado a grandes médicos que recibieron esos valores de sus padres, médicos rurales, investigadores o especialistas que crearon sagas en que los descendientes emularon y en algún caso superaron a sus padres. Este valor se ha roto con los criterios de numerus clausus y nota media. Estamos seleccionando estudiantes, y luego médicos residentes exclusivamente por criterios de memorización. Hay una ruptura vocacional y de valores y los aspectos y las capacidades emocionales y de relación con el entorno (pacientes, profesionales, compañeros y personal subordinado) no son considerados. Cualquier valoración sobre actitudes o aptitudes queda desechada ante el valor de la memorización.

Otra de las posibles causas puede ser el hecho de que la superespecialización puede alejarle del trato con el paciente al centrarse en su superespecialización y dejando las relaciones humanas para otros. O también la tecnología y los protocolos y procesos a ella asociados, que puede hacer la relación con el paciente menos cercana, robotizada. En la Atención Primaria la temporalidad en el empleo, los sucesivos cambios de médicos, horarios y turnos y la sobrecarga de pacientes pueden ser, y de hecho lo son, elementos que no favorecen una asistencia humanizada. Pero, en general, donde tal vez se note más la deshumanización es en los hospitales y, sobre todo, en la actitud del personal auxiliar, quien trata al enfermo encamado como un tonto inútil -al que se le llama por su nombre y se le tutea- que no se entera de nada. Por mucho cariño aparente que se le quiera dar. El enfermo pierde su dignidad.

Por tener humanidad, ser humano, o ser humanitario se entiende que tiene la capacidad de sentir afecto, comprensión y solidaridad hacia las demás personas; que siente afecto, compromiso o solidaridad hacia la gente, en especial con los más débiles o necesitados. Y por humanización o humanizar, ser familiar y afable y conferir un carácter más amable o justo, menos riguroso, y distante en las relaciones. La humanización de la asistencia sanitaria consiste en proporcionar cariño, respeto, consideración, comprensión y una interacción con el paciente, que es fuente de información y palanca del saber. Antes los médicos de pueblo, de cabecera sabían mucho de esto.

Pero me gustaría que fuéramos más allá de la atención humanizada al paciente, prestando una atención humanística a la persona. Que lo primero que se vea sea a la persona, al hombre (en su sentido amplio de hombre o mujer) y su dignidad, su singularidad, su conocimiento y su personalidad. Y detrás de ello, al paciente, al doliente, al enfermo.

Por otro lado, quiero poner de manifiesto que el humanismo es la exaltación de las cualidades propias de la naturaleza humana, incorporando el arte, el raciocinio y la sabiduría como manera de tener una vida completa. El humanismo recoge los valores de la Grecia clásica, como el sentido del heroísmo, el idealismo y el raciocinio, así como la búsqueda del saber a través de todas las disciplinas. De manera sintética podemos entender por pensamiento humanista a todo pensamiento que pone en el primer plano de sus preocupaciones el desarrollo de las cualidades del ser humano. A esto me refiero cuando digo de ir más allá de una atención humanizada para aproximarse al paciente de manera humanística, valorando su dignidad y valor como individuo con capacidad de discernir y tomar sus propias decisiones.

Una actitud humanística ante el paciente es una actitud que busca que este saque sus cualidades, que busca que el paciente se reafirme, que quiera salir adelante, que quiera sanarse, que quiera vivir. Todos sabemos que las medicinas ayudan, que tal terapias ayudan, pero que es el cuerpo el que se cura. Y hemos de ayudarle a curarse también con una atención humanística, holística, integral. Convengamos con Hipócrates cuando decía que «las fuerzas naturales que se encuentran dentro de nosotros son las que verdaderamente curan las enfermedades».

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