Catarsis

Es un tópico de nuestra cultura que se repite: el suplicio y asesinato por la gente de aquel que antes aclamaba como su libertador. Hay muchos ejemplos en la historia, la literatura e incluso en la ópera (Rienzi, de Wagner). La historia de Grecia y de Roma está llena de ejemplos. El teatro griego esta inmerso en este concepto de amor, horror y compasión buscando la catarsis del espectador.

La plebe es cruel, no tiene memoria y actúa como una masa cuyos integrantes pierden su identidad. Muchos de los que alababan y aclamaban a Jesucristo a su entrada a Jerusalén son los que luego gritaban fuera de sí: ¡crucifícale! ¡crucifícale!

¿Por qué tuvo Dios que pagar por nuestros pecados? ¿Por que era necesario el sufrimiento terrible de Jesucristo? ¿Por que tuvo que ser tan vejatorio: desnudo. colgado de una cruz, el ajusticiamiento más ignominioso?

Jesucristo supone la suprema catarsis del ser humano.
Mediante la experiencia de la compasión y el miedo (eleos y phobos), los cristianos experimentan la purificación del alma.

La experiencia de la tragedia de Cristo, la suma bondad de Dios sometida a la irracional crueldad del hombre, purifica el alma de los hombres sometidos a la tragedia de la vida y la muerte.

Para demostrar la misericordia del Amor supremo tuvo que suceder la crueldad suprema del odio.

La resurrección de Cristo, de su naturaleza humana, es la que da esperanza al hombre más allá de la muerte. Resucitaremos como Él; así nos lo dijo.

Jesucristo, Dios, el Rey de reyes, el Todopoderoso, se somete a la barbarie del hombre por su propia voluntad para hacerle ver la verdad. Que el amor es lo importante, no el poder. Que existe un cielo para el que ama y un infierno para el que odia.

Aquello es el misterio y esta es la fuerza del cristiano: el amor.
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