El desprecio a la lengua materna

Estudié mi carrera de Ciencias Económicas en Santiago de Compostela en los años que van desde el año 1967 a 1972. Estábamos, por tanto, bajo el régimen de franquista, en una época de gran transformación económica y social. El idioma empleado en la Universidad era el español (el castellano universalizado) y no sólo en la universidad sino en la sociedad gallega en su conjunto. No obstante una pequeña parte de la población, especialmente la población rural, tenía el gallego como idioma familiar. El gallego se empleaba de manera cariñosa como algo más íntimo y familiar. Se usaba también en la literatura, sobre todo para expresar poesía. Fue profusamente empleado en sus poesías por Emilia Pardo Bazán. Alfonso X el Sabio ya lo utilizó para las expresiones más líricas como las Cantigas de Santa María como idioma más entrañable.

En la universidad había algunos grupúsculos que reivindicaban el gallego, sobre todo en la enseñanza elemental, argumentando que era un derecho del hombre el estudiar y formarse en su lengua materna. Esto, siendo yo castellano, me parecía obvio. Los niños debían tener su formación inicial en la lengua materna, el gallego o el castellano según correspondiera, como lengua vehicular, formándose en el uso del español que sería la lengua vehicular de los estudios de bachillerato y superiores y la lengua que usarían en su futuro profesional.

Este derecho de los niños a que se usara en la escuela su lengua materna me parecía a mí, y creo que a la mayoría de las personas de entonces, absolutamente inalienable. La UNESCO ya desde 1951 declaró el derecho irrenunciable de los niños a formarse en su lengua materna. Por ello no deja de causarme una gran contrariedad que en Comunidades Autónomas como Cataluña, Valencia y Baleares se niegue y se impida sistemáticamente que los niños cuya lengua materna sea el castellano, puedan recibir su educación en esa lengua. Incluso en la más tierna infancia. ¡Y el colmo es que se defienda por las autoridades políticas que esto se hace en pro de la democracia! ¡Qué paradoja!

¡Cuantas opresiones han sufrido los ciudadanos a lo largo de la historia en nombre de la justicia y la democracia!

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