La del Soto del Parral. Ya mis horas felices. Reveriano Soutullo Otero, 1880, 1932

ESCUCHAR YA MIS HORAS FELICES

Los cantos alegres de los zagales
aumentan siempre la pena mia,
y mi amargura vivo llorando
con la ilusión perdida.

Ya mis horas felices, mi alegre vivir,
todo, luz, risa y esperanzas,
no volveréis a mí.
Sí, con fuerza en mi pecho
prendió la llama del pesar;
desamor, llanto y amargura
solo podré alcanzar.
Eres mi mujer, la que yo quiero,
y a ti sola dí mi corazón.
Yo no sé fingirte
ni pensé en la traición,
ni sabré mentirte
nunca con mi pasión.
Si sufro callando,
¡respeta el silencio!
Hablar no es posible,
pues debo callar.
Ya véis si es tormento
sufrir sin hablar.

Quiero desterrar de tu pecho el temor,
quiero que tu fé vuelva a mí.
Deja que me miren tus ojos;
sueño con tu amor ser feliz.
Dame como el sol a la mies tu calor,
dame tus caricias, mi bien;
besos calmarán mi amargura,
besos de tus labios, mujer.
Mi alegre vivir no puedo olvidar
ni aquella paz que gocé.
¡Ay! Tiempo feliz, ya no ha de volver
el bienestar que perdí,
pá siempre se fué la luz de mi ilusión,
la vida toda que alienta mi pasión.
Vivo dominando mi pena,
siento la esperanza perder;
lloraré mi amargura
en tus brazos, mujer.

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