Mi guarida

La luz de las farolas empaña la trasparencia de la noche
mientras una leve llovizna aclara el aire frío
que baja de las montañas…

Camino entre las casas cerradas de tejado humeante.
Silencioso.
Mientras respiro y respiro, satisfecho del aire de la noche,
huelo el aroma de los pinos y la hierba de al lado del camino.

Dejo las casas y me dirijo a mi cabaña de piedra y de madera
donde el calor de la chimenea me acogerá hasta mañana.

Mi guarida de poeta solitario,
de filósofo turbado
y de guerrero adormecido…

¡Hasta el despertar de la furia
y de la alegría de la mañana!
.

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