La esperanza de la gente

La gente siente que el modelo político está desgastado. Hay que superar la partitocracia, liberarse de la omnipresencia de la administración publica y los políticos en todos los ámbitos de la sociedad y conseguir que la participación ciudadana sea más efectiva. Mientras veían la mamandurria y el despilfarro, sufrían los recortes sociales

La gente está disgustada, enfadada, harta de la sinvergonzonería y de la corrupción. Se siente engañada.

La ventaja de Podemos es que aparentemente presentaron un proyecto nuevo. Algo nuevo, diferente. Llenó un hueco de esperanza que la gente necesita. Y para eso la gente está dispuesta a tragar de todo, a creérselo todo, a taparse los ojos y dejarse llevar por un cierto resentimiento y deseo de venganza. Lo negativo oculta lo mucho positivo con que contamos y el resentimiento impide que veamos el riesgo de perderlo.

No saben, o no quieren saber que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, y su Nomenklatura son extremistas de izquierdas que saben mucho de comunicación y manipulación de masas. Son comunistas antisistema.

Disentimos de la demagogia de los partidos políticos; los demagogos son estafadores de la política, son lo que vulgarmente se entiende como camelistas.

Dicen que quieren acabar con la austeridad ¿cómo? Si no se crea riqueza es imposible. Lo que hay que hacer es crear las condiciones para que la riqueza crezca y para eliminar la exclusión social en nuestro país. No lo contrario.

La única manera de acabar con la austeridad, cuando no cabe mayor endeudamiento, es crear riqueza. Si no hay riqueza solo se puede repartir pobreza. La pobreza es la austeridad ineludible.

Los líderes de Podemos solo buscan el poder prometiendo el oro y el moro a la masa. Y adoptan, ante las críticas, la posición del victimismo para atraerse la simpatía de la gente.

Son listos, como lo fueron los nazis moviéndose en el contexto de crisis económica extrema en que se movía la Alemania de entonces. Saben mucho de propaganda política y manipulación de masas, mezclando el victimismo con las amenazas.

Lo que quieren es destruir la democracia, eliminar nuestro régimen de libertades; no transformarlo ni mejorarlo. Y, si llegaran a gobernar, acabarían con nuestro alto nivel económico y de bienestar social hasta llegar al racionamiento.

Esta es la verdad y los objetivos de Podemos: conseguir el Poder para tiranizarnos desde él.

Su política es presentarse como los buenos, los justicieros, los limpios, acusando, insultando y vituperando a los demás, y explotando el victimismo ante cualquier ataque o reproche.

Por eso, para resolver las demandas de la sociedad y no caer en los totalitarismos populistas, es necesario un movimiento que, desde la honradez y la independencia, sea capaz de presentar un proyecto nuevo en el que de verdad confíe la gente y la llene de esperanza en un proyecto común ilusionante.

Es necesario un movimiento ciudadano de la gente honesta, que esté dispuesta a trabajar unidos por un futuro mejor, más allá de partidismos, más allá de rencores y resentimientos; por un proyecto común. Un movimiento del que estemos todos orgullosos de formar parte. Un movimiento de reafirmación ciudadana.

No tenemos que mirar al pasado, ni al pasado comunista o anarquista, ni al pasado falangista o franquista. El pasado ya pasó y no debe de evocarse para volver a las confrontaciones y errores cometidos. Tenemos que mirar al futuro, innovar, avanzar en la perfección de nuestra democracia y nuestro régimen de libertades en un entorno de seguridad.

Tenemos que huir de esa gente extremista que reniega de nuestra cultura, de nuestra historia secular, de nuestro país, que quiere acabar con España y con Europa. Que prefiere que nos invadan desde fuera, buscando sólo la revolución. Pero esa revolución sería más bien una involución, un grave retroceso.

El problema es que una involución económica, cultural, social y demográfica, nos llevaría a un progresivo y largo invierno del que costaría cientos de años salir. Ese es el futuro que les esperaría a nuestros hijos y nietos. Y a nosotros también dada la rapidez con que ahora se desarrollan los acontecimientos.

Necesitamos reafirmar nuestra cultura en un contexto de solidaridad hacia nuestros conciudadanos. Necesitamos defenderla ante la violencia de los que tratan de acabar con ella. Defendernos tanto de los de fuera como de los de dentro.

Si seguimos el populismo, la indolencia y el pasotismo, acabaremos fagocitados por el extremismo radical de izquierdas y, no lo olvidemos, por el extremismo islámico, que está detrás de estos tontos útiles..

Si nos unimos, si nos valoramos, si lo queremos de verdad, seremos capaces de construir un país fuerte, rico, cohesionado, culto y feliz.

Y a este movimiento deben de sumarse, de manera perentoria, ya, todas las personas, todas las organizaciones y todos los partidos políticos de buena fe.

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