La sanidad, motor de riqueza y bienestar

El estado de salud de la población, los programas de promoción y prevención, la calidad de la asistencia, tanto primaria como especializada, el nivel de inversión en investigación, son criterios fundamentales en la medición del Bienestar Social de una comunidad.

El sector sanitario es el responsable de uno de los servicios públicos con un crecimiento más dinámico, y con mayores exigencias futuras de recursos públicos. Dichos recursos son necesarios para dar respuesta a las mayores exigencias por parte de los ciudadanos, cada vez más informados, que demandan mayor número de servicios y de mayor calidad.

Las progresivas necesidades de atención de la tercera edad y la mayor demanda derivada de los procesos intensivos y las nuevas tecnologías suponen un reto para los responsables de la planificación del gasto sanitario.

La inquietud que despierta la cuantía y el dinamismo del gasto de sanidad puede verse mitigada si se analizan los efectos positivos que un gasto en sanidad bien gestionado ejerce sobre la economía en su conjunto, bien a través de los efectos
multiplicadores que provoca sobre otros sectores de actividad, o bien actuando como factor estratégico para la creación de
empleo y para el mantenimiento de la demanda, sin olvidar el innegable efecto redistributivo sobre las rentas familiares.

La atención sanitaria es a menudo el empresario más grande en una sociedad desarrollada y por lo tanto un dinamizador importante para el desarrollo social y económico. La atención sanitaria y los servicios humanos afrontan retos clave ayudando a promover y sostener la calidad de la atención sanitaria. De hecho, la creación de trabajo sostenible y la creación de riqueza son las bases sobre las cuales se construyen todos los demás servicios locales del sector de la atención sanitaria.

En este contexto, resulta interesante para las administraciones públicas estimar el impacto económico del gasto e inversión en Sanidad, medido en términos de PIB, empleo y generación de ingresos para las Haciendas Públicas.

El conocimiento de los flujos económicos, los efectos multiplicadores y los sectores más beneficiados es una información valiosa para los responsables del gasto público en Sanidad, que pueden valorar cuáles de sus actividades tienen mayor impacto en términos cuantitativos, permitiendo de esta forma mejorar la gestión y planificación de la inversión de este sector.

Un análisis del impacto económico asociado al gasto e inversión en Sanidad,  contemplaría todos los ámbitos de actuación de
la Sanidad, incluyendo asistencia, tanto primaria como especializada, salud pública, docencia y formación e investigación. No obstante, es preciso definir previamente los límites de la actividad analizada. . Resulta interesante incluir en el análisis el impacto generado por el gasto realizado por pacientes y familiares en conceptos como transporte, hostelería, etc., como consecuencia de su estancia o visita a un centro sanitario.

El análisis debe contemplar sólo el gasto inducido por el sistema sanitario público o considerar también el gasto derivado de la sanidad privada, o incluso ampliar el enfoque a otros sectores relacionados, analizando la actividad entorno a la saludo como
motor de desarrollo económico.

El impacto económico total comprende tanto el impacto directo derivado del gasto e inversión que realizan los diversos agentes relacionados con el sistema sanitario público, privado o ambos; como el indirecto en la región, que agrupa el montante
económico de los consumos intermedios que se producen como consecuencia de la realización del gasto/inversión.

El Efecto Total o Impacto Económico es el resultado de sumar los efectos directos e indirectos, y se mide en dos agregados económicos: PIB y Empleo. A partir del impacto calculado en los agregados macroeconómicos, se puede calcular la generación de ingresos para la Hacienda Pública en concepto de IVA, Impuesto de Sociedades e IRPF. Asimismo, es posible estimar el impacto económico generado por la actividad fuera de la región analizada, en términos de PIB, empleo y generación de
ingresos para Hacienda. Conjuntamente, es posible valorar otros impactos de carácter cualitativo relacionados con el bienestar social y el estado de salud de la población.

La estabilidad futura del gasto sanitario en relación con el PIB dependerá tanto del control del gasto como de la capacidad de la economía para generar recursos a través del empleo y la productividad. En este sentido, será fundamental el crecimiento económico sostenido para que los recursos necesarios para la sanidad pública sigan afluyendo al ritmo adecuado.

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