¿Qué pasa con las vacunas?

Las únicas vacunas hasta julio de 2021 aprobadas y operativas, las únicas que los estados miembros de la Unión Europea están inoculando a sus ciudadanos, son vacunas genéticas, basadas en una nueva tecnología nunca aplicada antes con ese propósito. Son vacunas todavía en fase experimental sobre las que no se conocen sus efectos a medio y largo plazo.

Hay dos tipos de vacunas, las de ARN mensajero como las de Pfizer-Biotech o Moderna y las de ADN mediante vector vírico como la de Oxford-AstraZeneca o la vacuna Sputnik del Centro Gamaleya. Las primeras, las de ARNm, consisten en una molécula de ARN (la que contiene las instrucciones para la formación de la proteína S) envuelta en una capa lípida, que se introduce en el cuerpo humano. Esa molécula atraviesa la membrana celular y se deposita en los ribosomas de la célula, poniéndose estos a fabricar la proteína. Al detectar el sistema inmunitario esta proteína, desarrolla anticuerpos que atacarán al virus en el caso en que se infecte el individuo con el virus ya que sus espículas están formadas por la proteína S.

El caso del vector vírico consiste en un virus atenuado sin capacidad para replicarse, al que se le ha incorporado la molécula de ADN que contiene las instrucciones de formación de la proteína S. Este virus atraviesa la membrana celular y entra en el núcleo de la célula con el fin de que esta fabrique la proteína S. El problema es que el sistema inmunitario genera anticuerpos no solo contra la proteína S sino también contra el adenovirus que hace de vector, de manera que, en la segunda dosis, el sistema inmunitario actúa también sobre el portador del ADN. Esto lo resolvieron los rusos (que también tienen una vacuna de vector vírico) al utilizar como vector un adenovirus diferente en la segunda al de la primera inoculación.

El problema es que vivimos bajo un verdadero bombardeo de informaciones diversas y contradictorias sobre si los vacunados infectan o no, pueden ser infectados o no, pueden enfermar o no, gravemente o no, sobre los efectos en las mujeres embarazadas, sobre la fertilidad en hombres y mujeres, etc. Tampoco he encontrado una respuesta contundente y fundamentada sobre durante cuánto tiempo las células que han recibido el ARN mensajero van a seguir produciendo la proteína S, que es la que forma las espículas del virus. Esa proteína S es la que desencadena la acción del sistema inmunitario contra ella para que cuando llegue el virus, cuyas espículas son de proteína S, esté preparado para atacarle. Pero, precisamente esa proteína es uno de los principales agentes de la enfermedad Covid19 y de las graves patologías que puede desarrollar. Los anticuerpos contra la proteína FP4 son al parecer la causa de la formación de trombos junto al déficit de plaquetas.

Dicen ahora que las vacunas actuales no inmunizan y se puede uno contagiar y puede contagiar a los demás. Pienso que las vacunas que no inmunizan no son vacunas. ¿No es así? Por ello, no acierto a comprender esa fiebre por vacunar de manera indiscriminada a todo el mundo, incluso a niños y bebés. Vacunar a los ya inmunizados por haber pasado ya la enfermedad. Y me asombran las declaraciones de tanta gente en su favor, sobre todo las algunos sanitarios que, por cierto, cuanto más baja es su formación o su nivel profesional, con más ardor lo defienden.

Reclamo un poco de calma, un poco de sensatez. Ningún niño, ningún adolescente, ningún joven sano debería ser vacunado. Ninguna persona que haya pasado la enfermedad Covid19 debería ser vacunada. Ninguna madre embarazada debería ser vacunada. La mejor inmunización se produce mediante la infección de aquellas personas cuya probabilidad de desarrollar la enfermedad es prácticamente inexistente. Desde el principio proclamé que las medidas deberían tomarse en este orden: Protección personalizada de la población de riesgo, especialmente de las personas mayores; confinamiento selectivo y personalizado, y dejar que la población sin riesgo se contagie generando así la inmunización de grupo de manera natural.

También echo en falta la ausencia de mensajes a la población y recomendaciones sobre cómo potenciar nuestro sistema inmunitario. Cómo tener una dieta equilibrada rica en vitaminas y minerales y recomendar la ingesta de complementos nutricionales que potencie la resistencia de nuestro sistema inmunitario frente a los virus y, especialmente frente a este, así como otros aspectos de vida saludable que ayuden a superar esta crisis pandémica.

Entre tanto, estamos a la espera de nuevas vacunas de tecnología tradicional, de proteína recombinante adyuvada, que lo que inoculen serán proteínas S ya producidas, de las que ya se han aprobado la de Novavax y la de GSK-Sanofi, y esperemos que estén disponibles a partir del mes de septiembre, y la española Hipra, todavía en ensayo clínico, que llegará después.

Por otra parte, me sorprende el lento progreso de los ensayos clínicos y de la aprobación de medicamentos que combatan el virus y la enfermedad Covid19. Medicamentos antivirales, inmunosupresores, u otros basados en anticuerpos monoclonales. Me sorprende el lento avance en la aprobación de medicamentos terapéuticos y en la actualización y divulgación de los protocolos de tratamiento de la enfermedad Covid19.

Lamentablemente, la tasa de mortalidad no baja. Por ello creo que sería importante analizar la evolución del % de muertes por hospitalización y por ingresos de UCI. Y también diferenciando entre vacunados o no. También por edades. Me alarma el elevado número de muertes. A estas alturas y con la experiencia terapéutica, debería ser mínimo. Se ha puesto todo el foco en las vacunas y descuidado los tratamientos terapéuticos. Se ha puesto todo el foco en vacunas que no inmunizan y se han desatendido los medicamentos terapéuticos que puedan evitar el desarrollo grave de la enfermedad y la muerte de los enfermos. Seguimos, al cabo de más de año y medio, dando palos de ciego. Y dejando que decidan los políticos y no los científicos.

La política se hizo cargo de esta terrible pandemia desde antes de declararse. Los políticos han utilizado hasta la extenuación la pandemia para sus fines o ha querido significarse como los paladines en la lucha contra los contagios. Los médicos han sido relegados a resolver el colapso sufrido por sus centros y la presión asistencial. Todos sufriendo el miedo y en ocasiones el terror infundido desde los medios de comunicación. Todos sumidos en el caos de la desinformación y sufriendo la confrontación entre lo políticamente correcto y el ataque despiadado a aquel que difiere o duda de ello, confrontación a la que se apuntan los ciudadanos sin juicio ni conocimiento. Así estamos.

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