Sanear, reconvertir e invertir son elementos inseparables para salir de esta crisis.

Desde luego, hay que parar el gasto descontrolado de la administración pública, la ineficiencia de las empresas públicas, el derroche de los gobiernos, exigiéndoles la misma prudencia que debe de tener un padre de familia. Pero hay que evitar los resultados “colaterales”. Podría llegarse al extremo de que la restricción de los gastos afectase seriamente a la capacidad de generar los ingresos mínimos para mantener a la familia.

Es necesario hacer las cuentas, saber lo que se debe y pagar lo prioritario y reconvertirse, cambiar la forma de trabajar, incluso el trabajo. Aplicar la imaginación y el interés y agrupar a toda la familia, con fe en sí misma, en un objetivo común de supervivencia y superación, e invertir, trabajar más, arriesgarse y perseverar en el esfuerzo. Así se puede salir de la crisis.

Las Obras Públicas, Defensa y Sanidad han sido y son fuentes de desarrollo económico y de riqueza. Por ello, los recortes no pueden hacerse incumpliendo contratos, no pagando o parando la actividad. Esto generaría más daño que el beneficio que se pretendiera alcanzar. Por ello es necesario aplicar la imaginación y reconvertir la forma de trabajar. Y las soluciones pueden venir muy bien mediante la aplicación de políticas de corresponsabilidad de los ciudadanos y de colaboración público-privada que hagan viable la continuidad de la actividad industrial asociada a la obra pública, defensa y sanidad.

Pero para que se desarrolle la actividad industrial es necesaria la financiación, no solo mediante capital fijo, sino también y especialmente por capital circulante que permita el apalancamiento de las operaciones. Obsesionados por los mercados financieros, se exige el saneamiento de los Bancos hasta límites insospechables antes, cada vez más, con lo que constriñe su capacidad de dar créditos, que es y debe ser el núcleo de su negocio, con lo que se impide el desarrollo de la actividad industrial.

Tenemos unos mercados financieros asentados sobre bases especulativas. La bolsa, que es el instrumento para el acceso de las empresas a su financiación mediante capital fijo, se ve sacudida desde siempre por movimientos especulativos y acaparadores que no están en consonancia ni con los dividendos esperados ni con la actividad real de la economía.

Y tenemos una economía difícil de dirigir en la medida de que las decisiones de política monetaria se toman en Europa, mientras que las referentes a la política fiscal y presupuestaria e industrial se toman de manera independiente en cada país de la Unión. Pero lo más grave es el galimatías legislativo y burocrático en que nos encontramos: La Unión Europea, con un compendio inacabado de normas y directivas, el Estado Español y las Autonomías. Sin olvidar en contexto internacional, la OCDE, la OMC, el BM, el FMI, etc.

Esperemos que el nuevo gobierno, en buena sintonía con los responsables políticos de las diferentes autonomías, pueda desarrollar las reformas estructurales políticas y económicas necesarias y demandadas por los ciudadanos y, emprender las acciones de saneamiento, reconversión e inversión que nos hagan salir lo menos dañados posible de esta crisis interminable.

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