Democracia y mayorias

Mientras los fines de la cultura, el arte, la ciencia, la política, sean los de satisfacer al máximo número de personas, la cultura, el arte, la ciencia y la política se empobrecerán, se denigrarán y se banalizarán, pues estarán condicionados por las capacidades de la mayoría que, sin duda son limitadas. Además esto genera un efecto de bola de nieve entrando en un círculo vicioso: la cultura se denigra y la gente se embrutece lo que hace que la cultura se denigre aun más y la gente más y así sucesivamente.

El arte, la ciencia y la cultura no tienen que denigrarse para llegar a la gente, es la gente la que tiene que valorizarse para llegar al arte, la ciencia y la cultura. Ahí es donde debemos esforzarnos todos y, principalmente aquellos que detentan alguna autoridad.

El Circo romano, las luchas de gladiadores, eran muy populares, tenían la máxima audiencia, pero sin embargo eran acciones crueles, asesinatos, torturas, lo que allí se cometía. Podríamos decir que era democrático por que la mayoría lo quería, pero no era justo, ni era bueno ni enriquecedor para la población.

Una televisión cuyo objetivo es únicamente captar audiencia para así ser más rentable acaba generando telebasura y esa telebasura contribuye, cómo no, a un progresivo embrutecimiento de la gente con la consiguiente banalización de la virtud y pérdida de valores.

Una acción política cuyo único objetivo sea la consecución de los votos, generará sin remedio acciones injustas e insolidarias, lejos del afán de superación cultural, económica, científica y, en definitiva, humana, que debe de tener un país. Sus acciones atenderán a favorecer a grupos de población que votan o a los que pueden inducir a votar desprotegiendo a otros grupos que, por edad u otras condiciones no votan o es más costoso inducirlas a que voten.

Una democracia no debe basarse únicamente en la celebración de elecciones cada cuatro o seis años para ver quién detenta el poder, para elegir un “tirano” cada cuatro años. Una clase política no puede legitimarse por los votos conseguidos para detentar todo el poder. Las democracias tienen efectos perversos que hay que prever y de los cuales hay que salvaguardarse, como ocurre con el libre mercado. Sócrates fue condenado a muerte democráticamente y  todos coincidimos que fue una muerte injusta y una decisión errónea.

Un gobierno no se legitima solo por los votos recibidos. Un gobierno se legitima por su acción de cada día ante los ciudadanos.

Una democracia es tal cuando es la misma sociedad civil (el pueblo) la que, de manera libre, se organiza y desarrolla en todos los aspectos de la vida: educación, arte, cultura, ciencia, etc. y en la que el poder legislativo regula las relaciones para que no se produzcan acciones que coarten la libertad de los demás, el ejecutivo las implanta y el judicial obliga a que se cumplan esas reglas. En eso consiste la participación de los ciudadanos, no en concesiones realizadas desde los poderes públicos para participar en actividades realizadas por las administraciones públicas, como se propugna desde los gobiernos socialistas.

Porque estos poderes políticos no deben dedicarse a desarrollar o subvencionar actividades que realiza y debe realizar la sociedad civil pues, si lo hace, está distorsionando su funcionamiento de la sociedad en todos las áreas, cultura, económica y social, generando situaciones de prevalencia, desincentivando la iniciativa de las personas y provocando ineficiencias favoreciendo la corrupción.

El poder ejecutivo, en función de los acuerdos legislativos, debe centrarse en desarrollar acciones de reasignación de las rentas, generadas mediante la recaudación del dinero procedente de los impuestos, aplicándolas a la compra de bienes y servicios comunes para todos los ciudadanos para la realización de infraestructuras, transportes, etc., pero no en producirlos, contribuyendo a la consolidación y garantía de la libertad individual, cultural, económica y social, como motor de desarrollo cultural, económico y social.

Es la sociedad civil la que, mediante empresas, fundaciones, asociaciones e institutos,  tiene que desarrollarse, financiándose estas organizaciones por sí mismas en base al valor que aporten a los demás, fomentando así el desarrollo de las personas, la iniciativa privada y la innovación.

 

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4 Responses to “Democracia y mayorias”

  1. Arturo dice:

    Igancio, dices «El arte, la ciencia y la cultura no tienen que denigrarse para llegar a la gente, es la gente la que tiene que valorizarse para llegar al arte, la ciencia y la cultura. Ahí es donde debemos esforzarnos todos y, principalmente aquellos que detentan alguna autoridad.»
    Y creo que debemos obligar a que nuestros dirigentes alcancen aristocracia del espiritu, para ser verdaderamente considerarlos dirigantes, para elevarlo de la zafiedad que vemos a muchos de ellos.

  2. Carlos Tomás dice:

    No veo porque «Una televisión cuyo objetivo es únicamente captar audiencia para así ser más rentable acaba generando telebasura». Porquê, las maiorias solo quierem telebasura? Tu crês?

  3. Carlos, no sé lo que pasa en Portugal pero en España es una evidencia. Cuando se busca la audiencia a toda costa, el resultados es ese: telebasura. Las empresas también deben ser éticas. La Etica es también un valor para las empresas y las que no la tienen en cuenta, al final acaban pagándolo.
    Yo creo que las mayorías no quieren telebasura. Si se lo preguntamos abiertamente dirán que no. Pero la consumen. Es evidente que los sensacionalismos y la telebasura en general consiguen una gran audiencia. Los datos lo confirman. Pero también creo que es posible otra televisión que puede conseguir gran audiencia.
    El problema es el contexto cultural y social en el que prima lo zafio y vulgar, promovido intensamente en los últimos años, es el que hay que superar. Y yo confío en ello.
    Gracias por tu comentario.

  4. Ignacio, en algún momento yo escribí que la democracia es «la tiranía de los números», a la democracia en nuestro país la falta algún ingrediente que condimente un buen sabor; mientras la democracia la gestionen los partidos políticos como ellos quieren es evidente que la voluntad popular puede (y de hecho así sucede) ser alterada y burlada. Algunas vueltecitas hay que darle a la expresión popular para que la democracia sea gestionada por el pueblo como es su voluntad, pero claro los partidos no quieren oir ni hablar de la cuestión que les resta autonomía y se la dan a los ciudadanos. Que los ciudadanos elijan realmente a sus representantes y los partidos sean los mandatarios de esa voluntad.

    En cuanto a la cuestión cultural considero que la cultura en una sociedad como la nuestra es un tema de minorías, una sociedad en la que los referentes culturales van en vias de desaparición, es como la cocina de nuestras abuelas irá desapareciendo con el tiempo y tan solo quedarán algunos reductos donde acudan los mas exquisitos o ¿nostalgicos?.

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