Reflexiones sobre una crisis que no cesa. Un rayo de esperanza.

Una crisis estructural

Creo que todos coincidimos en que padecemos una crisis económica. Es evidente. Pero esta crisis no es como las otras. No es cíclica, es estructural. Viene acompañada por una crisis de los valores, una crisis política, una crisis demográfica y un cambio geopolítico y geoeconómico en un nuevo mundo, el llamado mundo global.

Desde Europa hemos llevado nuestra cultura, nuestra civilización de progreso y libertad a gran parte del mundo pero ahora llevamos años cuestionándola de manera irresponsable en nuestro propios países, al tiempo que nos hemos dejado caer en la indolencia y la comodidad creyendo que nos lo podíamos permitir.

Nuestra crisis es estructural. Necesitamos un cambio en nuestro modelo de comportamiento, un cambio del modelo político y legislativo, judicial, económico y laboral; un cambio del modelo educativo, sanitario y de servicios sociales.

La crisis económica en España

Pero centrémonos en lo inmediato, en el aquí y ahora. El hecho cierto es que en España tenemos menos dinero que antes, ganamos menos, y ante esta situación, una persona sensata y responsable solo puede hacer tres cosas:

  • Gastar en menos cosas evitando gastos superfluos eligiendo lo más importante
  • Comprar más barato, buscando aunque incomode realizar esa búsqueda
  • Buscar la manera de ganar más, de aumentar los ingresos, trabajando más o trabajando mejor

Ganamos menos como país porque, al ganar menos las empresas y los trabajadores, muchos de los cuales no ganan nada porque están en el paro, hay menos ingresos para el Estado procedentes de los impuestos sobre la renta de los trabajadores y de las empresas y, al haber menos consumo, de los ingresos procedentes del IVA. Además, el subsidio de desempleo de los trabajadores supone un coste adicional para las arcas públicas.

Como el Estado no hizo lo que un buen padre de familia haría y siguió gastando, tiene ahora una deuda importante que le cuesta muchos intereses y que ha de devolver. Por ello el nuevo gobierno se ha visto obligado a subir los impuestos, pero eso no dará para cambiar la situación, incluso puede agravarla.

La crisis demográfica

El envejecimiento provocará, está ya provocando, un aumento del gasto sanitario. Si a esto le unimos ya no el descenso sino la falta de natalidad, provocará la insostenibilidad matemática del sistema de pensiones y una disminución demográfica que necesariamente conllevará una depresión económica permanente. Un problema que afecta a toda Europa y, de manera grave a países como Alemania, España e Italia.

Las medidas que se puedan tomar llegan tarde pero no por ello deben dejarse de adoptar. Vivimos en una nube desde hace años sin darnos cuenta de lo que nos está pasando.

La actitud de los políticos, en busca del voto, ha sido la de ofrecer el oro y el moro: servicios sociales, vacaciones, viviendas para jóvenes, becas y mas becas sin control, servicios sanitarios, centros y más centros de salud, hospitales y mas hospitales y en ocasiones cuanto más grandes mejor, en una época de aparentes vacas gordas y compitiendo entre las 17 Comunidades Autónomas a ver quién da más.

La crisis financiera

La crisis financiera en España tiene tres componentes: i) la derivada de los activos tóxicos, en su mayoría provenientes de los Estados Unidos, en los que invirtieron muchas de las Cajas de Ahorros, ii) la derivada de una política de inversiones irresponsable realizada por las Cajas de Ahorros, mediatizada por los gobiernos autonómicos y iii) la derivada de una descontrolada concesión de créditos e hipotecas para la compra de viviendas e inmuebles sin garantías suficientes en un mercado súper recalentado.

Nuestra situación, que también es la de otros países de Europa, se agravó respecto a estos con la burbuja inmobiliaria, engordada por una banca sin control que ofrecía dinero sin garantías suficiente de manera irresponsable y que ahora hacen todo lo contrario: no lo dan, pasando así de un extremo a otro sin que las empresas tuvieran tiempo para adaptarse a la nueva situación. Todo ello ante un gobierno que, por motivos electorales y probablemente también por incompetencia, se negaba a reconocer la llegada y gravedad de la crisis y, por tanto, no tomó medidas que pudieran paliarla al menos en parte, que hubieran situado a nuestra nación en una posición de fortaleza respecto a otros países de nuestro entorno.

Para que nuestro sistema financiero, nuestros bancos, puedan proveer del crédito a las empresas para financiar su fondo de maniobra permitiéndolas así desarrollar sus negocios; para evitar acciones especulativas o acaparadoras en nuestro sistema financiero, es muy importante que el Gobierno acometa cuanto antes la reforma del sistema bancario. En Europa se han acometido medidas para proveer de fondos a los bancos con el fin de que éstos puedan proveer de dinero a las empresas pero en España esto no ocurre; A pesar de que los bancos españoles pueden acceder a este dinero barato ofrecido por el Banco Central
Europeo, las empresas siguen sin tener la necesaria accesibilidad a los créditos.

El cambio necesario

Los ciudadanos esperamos medidas ejemplares por parte de los políticos. Ansiábamos el cambio ante el cinismo de los políticos que detectaban el poder, la mentira impune, la corrupción de sus dirigentes, la manipulación de la justicia, el ataque a la oposición como única estrategia, la ignorancia e incapacidad de los dirigentes, la Corrupción de Estado repartiendo dádivas y favores a fundaciones y organizaciones de dentro y de fuera, la presión continua contra el ciudadano.

El ciudadano ha sido tratado como un presunto delincuente, sometido a múltiples controles, investigaciones, multas (¡porque te vamos a pillar…! ¿Recuerdan?), mientras ve que asesinos y delincuentes salen a la calle apenas sin cumplir condena.

El ciudadano es el que soporta el ajuste la crisis yéndose al paro, cerrando las pequeñas y medianas empresas, mientras los directivos de los Bancos se forran llevándose un motón de dinero de Cajas de Ahorro o Bancos en crisis.

Los ciudadanos reclaman medidas ejemplares de la clase política y bancaria. Pero también reclaman la exigencia de responsabilidades a aquellos dirigentes que actuaron, cuando no dolosa, al menos, irresponsablemente.

Es necesario que las medidas de austeridad se prioricen en las estructuras políticas de las Administraciones Públicas y en aquellas que tengan menos impacto en los servicios sociales, especialmente en aquellos que sean más necesarios. Las autoridades políticas y de los gobiernos tienen que dar ejemplo de austeridad y deben comunicar a los ciudadanos porque se toman estas medidas de austeridad y quienes fueron los que crearon esta situación.

Igualmente hay que estudiar el impacto en el empleo pero, sobre todo, el impacto en el tejido empresarial e industria que pueda tener estas medidas de ajuste del gasto público, de manera que los daños colaterales sean lo menores posibles. Destruir el tejido industrial es fácil pero crearlo sabemos que es muy difícil. Por ello estas medidas deberían ir acompañadas de medidas de reconversión industrial y de incentivos para su desarrollo en aquellas áreas de futuro que se acomoden a nuestra capacidad geoeconómica de competir en este mundo global.

Estas medidas, por duras que resulten, pueden ser aceptadas por los ciudadanos. Los ciudadanos están dispuestos a arrimar el hombro, a colaborar con el nuevo gobierno para salir de esta situación, siempre que vea que se explican las cosas, que se cuenta con ellos, que no se miente y que no se hacen alianzas a sus espaldas. El ciudadano necesita creer en sus gobernantes, necesita seguridad jurídica, necesita ver que se protege su libertad y su dignidad y que se emplea adecuada y eficientemente el dinero que no es de nadie como decían, sino que es de todos nosotros. El ciudadano necesita una actividad ejemplar por parte de sus dirigentes y de los dirigentes de las grandes empresas, de los bancos y, en general de los dirigentes de las instituciones públicas y privadas del Estado.

El cambio del gobierno, el cambio del partido gobernante, es un rayo de esperanza, de esa ansiada esperanza tan necesitada. Confiamos en una nueva alternativa, no en una alternancia. Esperamos que esa luz que se vislumbra no se apague, que esa esperanza no se convierta en desencanto y, sobretodo no nos conduzca a la desesperanza. Estamos expectantes. Necesitamos ilusión, no nos decepcionen.

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One Response to “Reflexiones sobre una crisis que no cesa. Un rayo de esperanza.”

  1. RPL dice:

    Estas medidas y estos cambios los tiene que llevar adelante los políticos, que son los primeros interesados en que nada cambie porque es un sistema en el que ellos viven bien, cobran bien, viajan en coches oficiales y gestionan el presupuesto de todos. Que mal futuro nos espera.

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