El error de de Occidente en sus políticas árabes

Las intervenciones de Occidente en los países del tercer mundo con el ánimo de democratizarlos, han supuesto en general un grave error, tanto para el bienestar de esos países como para el propio Occidente

La revolución contra el Sha de Persia, apoyada desde Occidente (y desde Francia que acogió al Ayatolá Jomeini) como democrática acabó fagocitada por el islamismo más feroz.

La guerra de Irak y el derrocamiento de Saddam Hussein y el derrocamiento y asesinato de Gadafi en Libia supusieron para esos países el desarrollo de guerras civiles, terrorismo y luchas religiosas y tribales desembocando en los Estados fallidos que ahora suponen un grave peligro para Occidente.

Desde la desaparición de Saddam Hussein se han asesinado a miles de cristianos, huyendo del país más de doscientos mil, antes de la llegada del  Estado Islámico.

Afortunadamente Egipto supo reaccionar ante el peligro y resolverlo antes de que este se volviera en irreversible.

En aquellos países en los que la sociedad no ha evolucionado hacia un desarrollo cultural y económico suficiente para desarrollar los valores de la libertad y la democracia, no es posible la implantación artificial de una democracia como las occidentales, como las democracias europeas. Es necesario mantener regímenes autoritarios que, a la manera del absolutismo ilustrado, consiga el desarrollo económico y social que les permita llegar a alcanzar una democracia liberal como las europeas.

El problema es que en los países islámicos, en los que su religión contiene un código civil y penal medieval como es la Sharía, es mucho más difícil conseguir este desarrollo cultural, político y de las libertades. Este es, por ejemplo, el caso de Arabia Saudí, un país con un régimen teocrático y dictatorial, que basa su estabilidad precisamente en su dictadura. Su desestabilización conllevaría consecuencias desastrosas.

Sin embargo, los regímenes baasíes, pertenecientes al Baaz, movimiento político nacionalista árabe, laico y socialista, que se implantó en Irak y en Siria, sí podrían haber sido aquellos que, con la ayuda de Occidente, habrían podido conducir a sus países hacia el progreso económico y cultural y al desarrollo pleno de las libertades democráticas.

Esta situación estuvo mediatizada por la guerra fría hasta la desaparición de la Unión Soviética. En ese momento Occidente podría haber trabajado con esos regímenes en la línea que antes he comentado. Pero no lo hizo. Se desaprovechó la ocasión. La actitud de Occidente contra estos países provocó su enrocamiento y acabó provocando el endurecimiento de los regímenes y graves disturbios en su población.

Las cosas en Irak acabaron saliendo como todo el mundo sabe, con un Estado inviable y fallido que occidente trata de mantener sin darse cuenta que Irak nunca volverá a ser como antes.

El último de estos regímenes autoritarios es el Baazí de Hafez el Assad. Se ha mantenido gracias al apoyo de Rusia, a quien le conviene su estabilidad tanto desde el punto de vista logística-militar como geopolítico. Pero la ceguera de Occidente ha provocado, como decíamos antes, el endurecimiento del régimen y graves disturbios en su población que le han llevado a una guerra civil entre el régimen y los “liberales” apoyados por Occidente.

En ese caldo de cultivo es en el que se están jugando los intereses del sunísmo con la creación del “Estado Islámico” IS o Daesh que ataca a todos los infieles sean estos cristianos, chiíes, ateos o de cualquier otra religión.

Nuestro enemigo es el Estado Islámico, no Assad. Es el Estado Islámico el que nos ha declarado la guerra, no Assad. Si Assad desapareciera sería el triunfo del Estado Islámico y Siria se convertiría en un estado fallido como Irak o Libia.

El Estado Islámico ha declarado la Yihad o “Guerra Santa”. Ha declarado la guerra a Occidente, especialmente a España, y su método es el terror. Sigue fielmente aquellos versículos de Corán en que se instiga a matar a todos los infieles con la recompensa del Paraíso. Es el gran defensor del sunísmo y, de una manera u otra, los suníes les apoyan o se sirven de ellos.

La Yihad está empleando todos los instrumentos para su realización: con el terror en los países árabes pretenden que emigren a Europa suponiendo esto una invasión musulmana demográfica. La yihad, desarrollada por el Estado Islámico o por otros intereses islamistas, está utilizando todos los medios, financieros, económicos, propagandísticos y religiosos para su realización. Con la implicación o la permisividad de los países islámicos.

Es contra el islamismo radical, contra quienes nos han declarado la guerra, contra los que tenemos que luchar y de los que nos tenemos que proteger. La seguridad es fundamental. Sin seguridad no puede haber libertad y sin libertad no puede haber democracia.

Para vencer al Estado Islámico y echarlo de Siria es necesario el entendimiento de Rusia y la Unión Europea, de Rusia y los Estados Unidos. Y ese acuerdo puede conllevar la transición del régimen Baaz de manera ordenada y acordada hacia el progreso y la democracia.

Para vencer al Estado Islámico y lo que ello representa hemos de reaccionar con valentía y hacerlos frente. Hay que impedir la penetración del islamismo en nuestros países. Impedir la construcción de Mezquitas con dinero de los países islámicos como Arabia Saudí, los Emiratos, Irán, etc. Cortar la financiación extranjera y expulsar de Europa a todos aquellos imanes que no condenen tajantemente el terrorismo y la Yihad. El islamismo no es solo una religión, es un código civil y político de conducta anclado en el medievo que quiere imponerse en el mundo por la fuerza.

O nos descubrimos los ojos y vemos la evidencia o estaremos perdidos.

 

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