Tras escuchar cantar La Marsellesa a lo ciudadanos y a los políticos franceses, no he podido evitar escribir estas reflexiones que me he hecho siempre y que ahora quiero compartir:

Si en España no somos capaces de poner a nuestro himno nacional una letra de exaltación y defensa de nuestra patria y de unión de nuestros pueblos, tendremos que inventarnos otro alternativo. Entonces el actual himno nacional pasaría a ser un himno protocolario de la casa real.

Sólo podrán pervivir nuestra cultura, nuestra sociedad, y nuestras libertades, si tenemos la decisión de defenderlas de los que quieren destruirlas, tanto desde dentro como desde fuera. Y necesitamos un himno que exprese esas ideas y esa voluntad de defenderlas, como lo es el himno francés, que podamos cantar juntos. Los himnos se cantan entre todos, colectivamente, y son una expresión de hermandad y solidaridad.

Un himno sin letra queda reducido a un himno de protocolo y nunca será un himno ciudadano que al cantarlo estos sientan orgullo de ellos mismos y del país al que pertenecen. Un himno cantado es uno de los elementos vertebradores de una sociedad.

Por ello los himnos se han usado por los nacionalismos de todo signo; y con éxito. Pero es por esa misma razón por lo que las democracias deben de usarlos; no para los fines de los regímenes autoritarios que los emplean, sino para la defensa de la democracia y las libertades. Esto es lo que se ha hecho en Estados Unidos donde el patriotismo es una muestra de expresión de la Democracia y de la Libertad.

España está vacía de ilusiones, vacía de sentimientos positivos, vacía de valores virtuosos, llena de indolencia, indiferencia, egoísmo y resentimiento. Si tuviéramos un himno que cantáramos juntos, tendríamos un hilo conductor de los valores positivos, de la solidaridad ciudadana, del orgullo colectivo.

¡Hagámoslo!
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