El ideal del caballero cristiano

El perfecto caballero es devoto de la Virgen y de la mujer, defensor de pobres y oprimidos, leal a su rey o señor, tan valiente como piadoso, austero y frugal en su vida personal, despreciador de las riquezas y cultivador de la virtud, cortés y celoso de las formas, estrictamente sujeto a un código de honor consuetudinario, defensor de la justicia e impugnador de toda injusticia, amigo del libro y de la espada, deseoso de realizar hazañas memorables, para su propia gloria y la de Dios.

La galantería

Éste era el ideal de la caballería cristiana, que no afectaba sólo a nobles y caballeros, sino que extendía su influjo también sobre los burgueses y el pueblo llano.

La  vela y posterior bendición de las armas, de la bandera, la entrega de ellas al nuevo caballero, con antífonas, lecturas y oraciones, expresan bellamente lo que el sacerdote exhorta, cuando da al caballero el beso de la paz: «Sé un soldado pacífico y valiente, fiel y devoto a Dios»…

Un Caballero de Cristo sabe bien la causa por la que lucha, la nobleza de su misión, el Rey a quien sirve, y con la bendita certeza de la victoria, que lucha hasta el final, incluso a costa de su vida.

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