Recuerdos de los años cincuenta

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En este libro se cuentan algunos hechos de la vida de un niño, que dejan entrever la realidad de la vida en la España de entonces y el cambio descomunal que se produce en la forma de vida desde mediados de los años cincuenta, en que se inicia el desarrollo de un crecimiento económico sin precedentes en nuestro país.
Aquellos años no fueron en blanco y negro, como se empeñan en decirnos ahora, sino de nuevos y brillantes colores, de novedades, de esperanzas por conseguir una vida mejor y más próspera, y de ganas de defensa de nuestro país y de nuestra originalidad ante una Europa mediocre. Originalidad que veían y alababan los estudiantes extranjeros que llegaban cada vez en mayor número y de los turistas ansiosos de vivir nuestra diferencia y no solo nuestra playa y sol. España siempre ha sido europea y, en aquellos años, aunque distinta, también lo fue.

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One Response to “Recuerdos de los años cincuenta”

  1. Comentario de mi primo Carlos Parada:
    ¡Recuerdos de los cincuenta!
    ***
    Libro de amor y de nostalgia
    (que siempre es de mayor tamaño que la añoranza, y aunque fuese pequeña, es nuestra, nos pertenece)
    Un libro de recuerdos, de mi ilustre primo
    Ignacio Para Rodríguez S.
    (Con los ojos de un ‘Nachito’,
    apenas ‘Nacho’)

    Libro de sentimientos
    E ilusiones
    De un niño de apenas
    Trece años

    Recuerdos felices, idealizados por la imaginación
    que siempre pelea con el conocimiento

    Recuerdos que siguen presentes
    en un cerebro de más de setenta años.

    Admira al leerlos cómo han quedado fijados los detalles, colores, formas,
    sean de casas, de fachadas, objetos, paisajes…

    Y de costumbres ya perdidas a las que el autor se aferra.

    Relato personalizado e idealizado
    de una España de clases sociales
    aceptadas como algo natural y lógico
    desde un lado vencedor,
    de incivil guerra.

    Un poder espiritual y material
    de la religión católica preconciliar
    está omnipresente en la vida diaria
    que aquel niño que lo vió florecer en su entorno.

    Niño que se siente incomprendido por muchos
    Y apreciado por pocos
    Pero que rehuye la vanagloria propia
    y prefiere resaltar otras.

    Su padre, que fue aviador,
    planea entre los renglones, con su avión
    Y su madre, pronto viuda,
    es resaltada, con cotas de heroina,
    amorosa, tierna y afable,
    cuidando de ‘la pista de aterrizaje’
    para mejor uso de toda su prole.

    Visión infantil,
    Lógicamente pacata y parcial
    De una familia española
    En la que lo que debe resaltarse
    Es la profundidad del recuerdo
    Que ve en color un Guernica, que no lo tiene, porque la vida es como tú la sientes.

    Y no necesitas percibir otras realidades
    de aquella España marginada por Europa

    En el Tao se recoge el pensamiento de que «La experiencia individual es lo que cuenta » y Occidente lo asumió así en su literatura.

    En su cita de lugares patrios,
    se fija Nacho siempre en lo bonito,
    en el entorno agradable
    como un San Agustín recordándonos que amamos siempre lo bello.

    Peñafiel, Valladolid, Candelario…y la ‘prepotente’ Salamanca de luces irisadas, iluminando mentes desde sus Colegios varios.

    Un niño soñador, idealista, utópico,
    amante de lo heróico y estético
    Personaje de cuento,
    O de película de las Cruzadas
    Que se enamora de la música marcial,
    De los himnos religiosos
    Y de cualquier parafernalia hermosa,

    ¿Qué le resta de todo ésto?

    Él (Ignacio ahora)tendrá que decirlo…
    Si quiere

    Yo pienso que continúa en la búsqueda de lo trascendente en el ser humano, con obstinado rechazo a lo vulgar
    Y juntando con el amor
    un concepto de belleza clásica, que no admite disonancias.

    Se encarnaría (en algunos momentos) en aquel poeta-cantor wagneriano, ganador de concursos cánoros;
    o quizás en el ‘Sarastro’ mozartiano,
    como liberador de ‘Paminas’ hispanas.

    Chaplín decia «Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos»:
    Pensamiento de un comunista
    Que no creo alejado de ninguna otra ideología, no distópica, por trascendente que quiera ser.

    En Ignacio es compatible, creo, con un amor sin límites a una España tradicional
    A su concepto de un País que
    (como decía San Isidoro) «es la más hermosa de todas las tierras…Honor y ornamento del Orbe…» con el discutible peligro que encierra todo exceso nacionalista, al alejarnos de la democracia evolucionada.

    Un libro que crecerá con el tiempo, pues resalta la tradición en la línea de D’Ors «Todo lo que no es tradición es plagio» y que reafirma el valor de la inocencia infantil…
    y de la felicidad asociada.

    Algún poeta dijo que «la infancia es felicidad, la adolescencia amor y lo demás literatura»
    Estuvo acertado, pienso,
    aunque siempre habrá matices.

    Y ¡tantas veces la literatura se refugia en el olvido!

    Recordemos el final de algunos cuentos tradicionales más pesimistas o distópicos, que los ‘comedores de perdices’:
    » …y así pasaron muchos años y éste cuento se perdió entre castaños» .

    Tú siempre serás, como quería Hinley «el dueño de tu destino, el capitán de tu alma».
    —–
    C.P.R.
    18-7-2022.

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