Reflexiones sobre la sostenibilidad de las prestaciones sociales

Con motivo de la presentación que hice del libro «Ideas para la sostenibilidad de la atención al cáncer, no pude por menos que hacer las siguientes reflexiones a los asistentes al acto:

Quiero aprovechar esta ocasión para hacer hincapié en el pensamiento que subyace en el colectivo sanitario y, yo diría de la mayoría de los ciudadanos:

Lo primero que hay que recortar son los gastos de una Administración Pública hiperinflada: 3 millones de funcionarios, 17 autonomías con sus gobiernos, parlamentos, 7.000 ayuntamientos, diputaciones, televisiones, empresas y fundaciones públicas, 20.000 asesores, etc.

Esto ha generado un galimatías legislativo -con más de 100.000 leyes y en el que cada año se promulgan unas 250 leyes de primer nivel – y un galimatías organizativo y competencial que incide gravemente a la equidad y en la eficiencia de nuestro sistema político y administrativo y, por ende, en nuestro sistema sanitario.

No se puede asumir sin atragantarse los recortes en prestaciones sociales y las reiteradas subidas de impuestos, mientras no se vean también recortes en la propia estructura de la administración central y autonómica del Estado.

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La salud es un bien común primordial y estratégico para un país y es obligación del gobierno proveer de los medios para salvaguardarla y conseguirla. Es además un mandato constitucional.

Antes de simplemente recortar, es necesario conseguir niveles de eficiencia mucho mayores. Hay que gastar mejor el dinero que los ciudadanos aportan cada año al erario público.

Es más importante hacer reformas que recortar. No podemos ir recortando y sin embargo seguir siendo igual de ineficientes.

Pero si hay que recortar en sanidad, hay que priorizar por donde empezamos y qué es lo que se recorta, como por ejemplo recortar gastos administrativos, recortar en patologías menores y recortar en prestaciones baratas.

Y de esta manera, focalizar los recursos en mantener lo esencial: las graves patologías que atentan la vida y la estabilidad económica, laboral y emocional de las personas y las familias, como es el caso del cáncer.

No podemos poner en peligro lo esencial por el hecho de atender lo accesorio. Por mucho que aparentemente esto pueda hacer perder votos o generar protestas.

Protestando, pataleando, gritando, haciendo huelgas, para que todo siga igual, no vamos a conseguir la sostenibilidad del

sistema nacional de salud. Solo conseguiremos una degradación más rápida del mismo y un trasvase de los ciudadanos hacia la sanidad privada quedando un SNS solo para pobres.

Hay que buscar nuevas fórmulas que induzcan a la mejora de la eficiencia, de la innovación, de la excelencia médica, de la
calidad asistencial y de los resultados en salud para los pacientes y la población en general.

Y estas fórmulas tienen que pasar por la implicación de los profesionales, su responsabilidad, su valoración y su reconocimiento. Los profesionales no deben ser meros funcionarios que trabajan peonadas. No es este el perfil deseado. Es en la mano de los profesionales donde está el conocimiento y donde están las soluciones.Y esto es lo que desde la Fundación Bamberg buscamos trabajando con expertos como los que hoy se exponen en este libro y realizando propuestas, no ya solo de qué hay que hacer, sino también de cómo podemos llevarlo a cabo con éxito.

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